Advierten sobre los peligros del enfriamiento global
(Agencia Maldita Realidad)
Esta noticia no es inventada ni ha sido caprichosamente manipulada por los informadores, las agencias y medios de comunicación encargados de mantener a las poblaciones enteradas de los acontecimientos del mundo. Por el contrario, ha sido debidamente estudiada, analizada, indagadas sus fuentes, su carácter fidedigno y genuino, antes de ser dada a conocer al público amigo que nos sigue en Internet, y en vivo y directo cuando nos encontramos cara a cara en algún evento maldito. Desde hace años, psicólogos y sexólogos que abrevan de diferentes corrientes teóricas vienen especulando sobre las conductas sexuales de los pueblos y sus preferencias y tendencias relativas al coito y otras expresiones de la sexualidad. Y muchos han manifestado su preocupación por la merma en la calidad del esperma de los hombres, el incremento exponencial de las disfunciones eréctiles (sobre todo en Estados Unidos), el aumento de las consultas por la frigidez femenina, y más abiertamente, la carencia de sexo en las sociedades contemporáneas y en las nuevas generaciones de nativos digitales, que parecen desagotar su concupiscencia en soledad ante la computadora, o bien en encuentros fortuitos, esporádicos y aislados que no los entusiasman para dedicarse a la búsqueda de amor o frenesí carnal. ¿Qué es lo que está pasando? Cada vez son más los científicos y expertos que han reconocido y advierten sobre los peligros de lo que han denominado «el enfriamiento global». Aún cuando los cálculos malthusianos se estén yendo al carajo, no se puede negar que en Africa, en los países pobres de Asia, y en las vastas villas americanas de poblaciones desfavorecidas, carenciadas y empobrecidas, al borde de la inanición, la tendencia es completamente diferente, produciéndose tantos encuentros sexuales que ponen en riesgo el futuro de la humanidad y la seguridad alimentaria de los seres humanos que van engendrando, la mayoría predestinados a sobrellevar una vida miserable y menesterosa. Es decir, mientras en los países desarrollados, civilizados, líderes, glamourosos o como se los quiera llamar, la actividad sexual es mínima, en las zonas calientes, donde la gente vive con salarios magros o desocupados, al borde del colapso y sometidos a vejaciones de toda clase, la actividad sexual es portentosa, y genera la alerta en los planificadores, «tomadores de decisiones», concertadores, urbanistas, jefes y jueces, que temen explosiones más que demográficas, como ocurre claramente en el caso de Palestina. Todo tiene su contracara: al calentamiento global se le opone este enfriamiento global, esta indiferencia por la urgencia del sexo, que hace de Occidente una cultura cada vez más mortecina y patética.