Robot industrial aplasta y mata a su evaluador de calidad en Corea del Sur
Un hombre fue aplastado hasta la muerte por un robot en Corea del Sur, luego de que aparentemente la maquina fallara en diferenciarlo de las cajas de producción que estaba empaquetando, según la agencia local Yonhap. Luego del hecho, el inspector de la planta declaró: “Son los típicos riesgos del desarrollo, esto forma parte de la evolución humana, evidentemente los robots pueden descontrolarse y generar este tipo de accidentes que revelan que los seres humanos somos unos endemoniados y empecinados cojudos”.
El “ingeniero inspector” –tal era el cargo del malhadado trabajador que feneció a sus 42 años-, estaba inspeccionando las operaciones del sensor del robot en un centro de distribución de productos agrícolas en la provincia de Gyeongsang. La agricultura surcoreana está plagada de agrotóxicos como la de casi todo el planeta, y usan modelos tecnológicos que producen alimentos transgénicos, estando todo el proceso y la cadena de producción planificados con algoritmos dictados por científicos enajenados.
El robot industrial, que estaba levantando cajas llenas de pimientos morrones y ubicándolas en un contenedor, pareció enloquecer e identificó al hombre como una caja. Al menos así lo expresó el comunicado del comisario del barrio que fue a retirar el cadáver: “Según los testigos –robots y humanos por igual-, el evaluador ni siquiera le había dirigido la palabra al robot cuando este lo confundió con una caja, lo agarró, lo alzó del suelo y sus brazos comenzaron a carcomerlo mientras echaba chispas por sus ranuras. Enseguida el brazo robótico aplastó el cuerpo del inspector contra la cinta transportadora, desfigurando su rostro y arrancándole el pecho”.
No fue necesario trasladarlo al hospital y lo llevaron directo a la morgue. Este no es el primer accidente laboral fatídico provocado por robots. Entretanto, la Inteligencia Artificial sigue engañando a los imbéciles que se valen de ella, y disfrutan de las mieles de un progreso canalla y vil.
Con respecto a la suerte del robot, lo echaron del trabajo, le rogaron que vaya a un técnico a revisarle el aceite, y le pagaron una indemnización para que pueda disfrutar de un período de descanso antes de afrontar nuevamente un mercado laboral expulsivo con robots que han demostrado fallas mecánicas criminales.