Naomí Klein y la cultura del bienestar: “Realmente estamos vivos al filo del cuchillo”
En los primeros días de la pandemia, en el espacio del bienestar emergieron preocupaciones diversas. Quiroprácticos, preparadores físicos, sanadores ayurvédicos y otros profesionales del cuerpo y la mente tomaron Internet subiendo el contenido de QAnon, historias sobre Hillary Clinton tragando sangre y reglas contra el distanciamiento social.
Fue un cambio confuso para un grupo mejor abigarrado conocido por compartir recetas y consejos de estiramiento. Sobre newsletters de largo alcance y posts de Instagram en paletas perfeccionadas, gurúes del bienestar estuvieron vendiendo argumentos de agendas ocultas, cábalas secretas y el Gran Despertar.
En su último libro El doble: un viaje al Mundo del Espejo, entre otras cuestiones Naomi Klein aborda por qué el bienestar se convirtió en un semillero de la extrema derecha. El libro parte de la creciente preocupación de Klein por la “otra Naomi”, aquel ser Naomi Wolf, la autora feminista que devino en conspiracionista de plataformas, con quien se la suele confundir. Klein se dispuso a contemplar a Wolf como su propio doble en un reino de “agujeros de conejo conspirativos” y, sobre horas de podcasts, retuiteos, desvaríos y polémicas, la siguió en una esfera paralela del “revés de la política”.
Ella observó que la gente trabajando en el campo del cuidado del cuerpo tendía particularmente a ser antivacunas, antibarbijo, de creencias “plandémicas”. Un informe del Centro de Control del Odio Digital refirió a la Docena de la Desinformación –una lista de 12 personas responsables de difundir un montón de contenido online antivacuna- conformada por un quiropráctico, tres osteopátas y vendedores de petroleo esencial, así coom Christine Northrup, la ex ginecóloga-obstetra convertida en médica de celebridades respaldada por Oprah, y Kelly Brogan, la “psiquiatra holística”, y predicadora del pánico new age.
Klein concede que algo de esta mescolanza tiene sentido económico: para la gente que trabaja con cuerpos, el distanciamiento social suele implicar la pérdida de su sustento, y estas “inquietudes preparaon la escena para que muchos trabajadores del bienestar vean planes siniestros en cualquier cosa que estuviera relacionada con el virus”.
Pero la difusión de mala información a través de la cultura del bienestar fue atriguida a factores más complejos, incluidos los límites de la medicina convencional y las áreas de salud que están poco estudiadas o descartadas.
Hablamos con Klein por Zoom sobre el atractivo del mundo del espejo, por qué la cultura del bienestar se mezcla con la extrema derecha, y cómo podemos salir del tunel de la madriguera del conejo.
MR: Decidiste hacer un túnel por esta madriguera hacia el mundo del espejo y, como cuentas en tu libro, tus horas fueron consumidas por forraje conspiracionista. Incluso estabas de vacaciones y te escapaste al auto para escuchar el podcast de Steve Bannon. ¿Qué implicaciones tuvo eso para tu propia salud mental y sentido de la identidad?
NK: Bueno, pieso que hay una cualidad obsesiva por investigar en profundidad, no importa el tema que sea. Y no es la primera vacación de familia que arruino, tú sabes. Mi esposo aún se queja de que visité talleres clandestinos en Indonesia durante nuestra luna de miel. Devino en un tipo de consumirlo todo, y la línea entre periodismo de investigación y conspirativo no está siempre tan clara como creemos. Así que sí, definitivamente caí en la madriguera y escuché un montón de Steve Bannon. Pero, cuando estaba escribiendo La doctrina del shock, leí un montón de manuales de interrogación de la CIA. Para escribir Esto cambia todo asistía a conferencias de negacionistas del cambio climático. Si quieres entender cómo funciona el mundo, incluido el rol de la desinformación, no siempre tienes que juntarte con los personajes más sabrosos. Las partes de escuchar a Bannon que eran más desestabilizadoras eran cuando lo escuchaba decir cosas que sonaban como de izquierda, y cuando lo escuchaba decir cosas con las que yo acuerdo en parte –no por completo, pero cuando veía ese núcleo de verdad y me daba cuenta lo efectivo que era para estar en el medio y dar con lo que veo como un proyecto fascista en el que él está comprometido. Yo espero que Steve Bannon sea monstruoso en inmigración, en género. Yo espero eso de él. Es cuando habla del control corporativo de los medios, y diciendo cosas ciertas sobre las grandes empresas tecnológicos que que comencé a marearme y preguntar, espera un minuto, ¿por qué él está diciendo más sobre esto que un montón de gente del lado liberal del espectro? ¿Hemos cedido este territorio?
MR: Este punto parece central. El mundo del espejo no está desprovisto de verdad. En cambio, es desestabilizador porque tiene elementos de verdad, pero deformados.
NK: Absolutamente. Y la pieza desestabilizadora no es simplemente de que ellos están diciendo algo cierto. Es cuando te das cuenta de que gente de izquierda dejó de decir esa cosa cierta. Ahí ves la potencia que tiene. He sido parte de grandes movimientos sociales que hablaban del libre comercio corporativo, sobre Davos, sobre por qué se suceden estos ecuentros de élites que tienen que decidir cómo arreglar el mundo que ellos rompieron. De hablar sobre por qué hay patentes de medicaciones que salvan vidas, y por qué hay una regla de la OMC (Organización Mundial de Comercio) que protege a las patentes y deja a las drogas salvadoras fuera de las manos de millones de personas que las necesitan. Y que cualquier movimiento anticorporativo, anticapitalista, no es un ascendente en la izquierda. Entonces realmente es el golpe uno-dos de saber que Bannon está hablando de ello, Giorgia Meloni está hablando de ello. Kennedy Jr está hablando de ello. Si construyéramos movimientos sociales multirraciales, multigeneracionales que estén realmente enraizados en confrontar al poder corporativo, entonces ellos podrían decir lo que quisieran y realmente no me molestaría. Pero estamos hablando menos de eso, y los más conspiracionistas hablan de ello, por lo que nos tornamos más reticentes a hacerlo. Entonces es una dialéctica que me confunde.
MR: Estamos en un momento donde algunas de estas proyecciones distorsionadas también se están mostrando en la cultura del bienestar. has notado que hay una cantidad de personas que están en el negocio de los cuerpos que aparecen especialmente más seducidos por el mundo del espejo. Quiroprácticos, entusiastas de jugos, yoguis – ellos han portado sus intereses en salud hacia rabiosos sistemas de creencias de extrema derecha.
NK: Primero de todo, debemos ser claro en que no son todos –pero el cuidado del cuerpo realmente estuvo en el frente de batalla. Yo estaba en New Jersey en los primeros meses de la pandemia y dos grupos que se estaban organizando en aquellos primeros días eran los muy religiosos y los cultores del cuerpo. Las primeras protestas contra la cuarentena fueron en los exteriores de gimnasios. Y yo intentaba comprender qué estaba aconteciendo. ¿Por qué estaba esa pulida gente de gimnasios haciendo protestas? Y llegué a la conclusión de que había algo similar en el modo en que alguna gente ultrarreligiosa estaba reaccionando, quienes insistían en que no importaba lo que pasaba, ellos tenían que ir a rezar. Ellos tenían que estar en esos espacios colectivos, porque ese era su campo de fuerza. La oración era su protección contra la muerte o lo que sucede después de la muerte. Recuerdo vívidamente una noche que leía las noticias, y había una historia sobre una megaiglesia que había roto la cuarentena. Los periodistas entrevistaban a gente cuando salían de la megaiglesia. Y ellos decían: “¿No estás tú temeroso del Covid? Acabas de estar en una sala con miles de personas sin barbijo cantando”. Y la respuesta de un adorador era : “¡De ningún modo! Estoy bañado en la sangre del Señor”. Vi estas protestas de gimnasio como una idea similar: mi cuerpo es mi templo. Lo que estoy haciendo aquí es mi protección, me estoy manteniendo fuerte. Estoy construyendo mi sistema inmune, mi cuerpo es mi campo de fuerza contra lo que venga.
MR: Arrodillarse delante del templo del cuerpo también tiene raíces fascistas. Históricamente, ciertos ideales del físico humano eran un modo de comunicar el valor de los ciudadanos.
NK: Donde sea que te encuentres trabajando dentro de un sistema de una jerarquía de humanos y cuerpos, entonces estarás en territorio fascista. Creo que tiene un perfecto sentido que los nazis, quienes fetichizaron los genes y la forma natural e hiper-ajustada, fuesen obsesivos con el cuerpo. Hay una conexión entre ciertos tipos de ideas new age y modas de la salud y el proyecto fascista. Luego de la segunda guerra mundial, un montón de gente en el mundo del bienestar corrió en la dirección opuesta. Pero hay algunos modos en los cuales son afinidades naturales, y se están redescubriendo. Y tiene sentido que se encuentren el uno al otro rápidamente durante una pandemia, donde tenías a todos estos influencers del bienestar coacheando gente con esta idea de que ellos pueden hacer de su cuerpo una especie de fortaleza contra el virus, que no comprendimos y de la que realmente tenemos miedo. Es que esto tiene su lado inverso. Cuando regresamos a Canadá y empezamos a hacer la campaña por la elección, mi compañero Avi tocó a una puerta y encontró a una mujer con un físico muy bueno que se veía que podía darme una clase de ashtanga. Y de lo único que ella quería hablar era de los pasaportes con vacunas, y que ella se oponía a las vacunas. Ella dijo: “Tengo un fuerte sistema inmune”, y él, muy tentativamente, dijo “Bueno, sí, pero no todos lo tienen”. Y ella dijo: “Pienso que esa gente debería morir”.
MR: Entonces, ¿por qué hay figuras en la salud y el bienestar deslizándose tan firmemente a esta otra construcción de realidad?
NK: Hay un montón de gente que tiene una actitud saludable hacia la actividad física y no están tratando obsesivamente de alcanzar un sí mismo idealizado. Pero hay un modo en que la búsqueda de bienestar y la super actividad física se torna obsesiva. Barbara Ehrenreich escribió hermosamente sobre esta realidad en su libro sobre la cultura del bienestar, donde habla del silencio de los gimnasios. Este es un espacio colectivo, ¿correcto?, ¿por qué la gente no está conversando? Aunque a menudo los gimnasios son muy silenciosos, y ella especula de que es porque la gente está hablando con alguien, no es con la otra gente del gimnasio, es con alguien en sus cabezas. Están tratando de domesticar su cuerpo para que sea otro tipo de cuerpo, un cuerpo perfeccionado. Yo me comprometo con un montón de diferentes obras de arte sobre el doble, y una que realmente le habla a esto es el cuento breve Ocho mordidas de Carmen María Machado, que es la historia de una mujer que decide hacerse una cirugía bariátrica porque no puede soportar su propio cuerpo. Ella comienza a experimentar esta euforia de tener un cuerpo más ajustado a las normas sociales idealizadas. Y entonces ella pasa a ser asaltada por esta presencia que al principio cree que es un fantasma, pero resulta que son los 50 kilos de grasa que se deshizo. Es ella. Es una especie de golem gordo. Y ella lo golpea con terrible violencia. El revés del deseo de perfección es un odio de lo que es percibido como menos que perfecto. Y aquí es donde el bienestar toma un giro siniestro.
MR: En el bienestar también vemos la estampa del neoliberalismo –todo se trata del individuo. Ehrenreich estaba intentando imaginar por qué surgió este renovado interés en perfeccionar el cuerpo, en este particular momento a tiempo.
NK: Ehrenreich está intentando entender por qué esto explotó en los ’80. Toda la locura del aerobismo, toda la locura del jogging y el running. Tu sabes, cómo alguien como Jerry Rubin, un miembro de los Yippies, se hizo evangelista de la salud en los ’80? Esto me parece interesante porque de un montón de modos es por qué Naomi Wolf estuvo intentando comprender en el Mito de la belleza. ¿Por qué había tanto foco en los ’80 en el aspecto personal? Ella plantea que la belleza devino en un tercer cambio para las mujeres: estaba el cambio del trabajo, estaba el cambio del hogar, y encima de todo eso, de las mujeres también se esperó que lucieran como bellezas profesionales. Los ideales de belleza de la mujer no se inventaron en los ’80, pero es verdad que los estándares se erigieron desde los ’70 a los ’80, en términos de delgadez, estado físico y todo. Ella postula este argumento, que en retrospectiva, algunos han dicho que es más conspirativo, que hubo casi un proyecto por contener a las mujeres, de mantenerlas ocupadas para que no pudieran competir con su contraparte masculina en este momento, cuando están ingresando a la fuerza de trabajo y rompiendo techos de cristal. Ehrenreich tiene una teoría completamente diferente, que pienso que es más plausible, que es que estos son los ’80: la gente está en los escombros de los fracasos de los grandes movimientos sociales de los ’60 y ’70. Hubo esta mirada de poder colectivo que un montón de gente realmente pensó que iba a cambiar el mundo, y de pronto están viviendo el thatcherismo y el reaganismo. Y hubo este giro hacia uno mismo, hacia el cuerpo como sitio de control. Entonces tenes a todas estas figuras emprendedoras del bienestar que vienen y dicen, los individuos deben hacerse cargo de sus propios cuerpos como sus sitios primarios de influencia, control y ventaja competitiva. Y así el reverso de esta idea de que tu ventaja competitiva es tu cuerpo es que la gente que no tiene cuerpos tan buenos o fuertes como el tuyo de algún modo hicieron algo más, o merecen menos acceso, menos merecedores incluso de la vida. Y que desafortunadamente todo esto es demasiado compatible con las nociones de extrema derecha de jerarquías naturales, superioridad genética y gente descartable.
MR: Quiero volver a la idea del doble como algo que rehusamos ver o reconocer. Puedo ver que sirve como guardia contra, digo, la constante proximidad de la muerte y la explotación. Es un mecanismo de defensa, y aún es algo que nos está hiriendo. Y entonces me pregunto, ¿cuál es nuestra salida?
NK: Debemos ser compasivos con nosotros mismos en términos de por qué miramos afuera. Hay un montón de modos de distraerse de realidades insoportables. Las teorías conspirativas son un tipo de distracción. Lo es la actividad física exagerada, esto se vuelve en contra de uno mismo. La compasión viene en dónde sabemos que hay una razón de por qué es tan difícil ver la realidad de lo que ha sido develado por estas crisis superpuestas –podrías llamarlo policrisis: de pandemia, cambio climático, desigualdades económicas y raciales enormes, darte cuenta de que tu país fue fundado sobre una mentira, que las narrativas nacionales con las que creciste dejaron enormes partes fuera de la historia. Y todo esto es duro de soportar. Es duro darse cuenta de que es una arena movediza. Porque vivimos en una cultura hiperindividualista, tratamos de soportarlo por nuestra cuenta no deberíamos sorprendernos de que nos estamos quebrando bajo el peso de ello, porque no podemos soportarlo solos. Pienso que el mundo es ahora bastante sorprendente –no en un buen sentido. Digo temor en el sentido de que estamos siendo conmovidos por el peso de nuestro momento histórico. Realmente vivos en el filo del cuchillo de si esta tierra va a ser habitable para nuestras especies. Que es algo que no podemos manejar solos. Entonces necesitamos llegar al otro. Ese trabajo realmente complejo. Es mucho más fácil juntarse y acordar cosas que no están funcionando y cosas que están mal que juntarse y desarrollar un horizonte de cómo las cosas estarían mejor. Eso es lo único que nos permitirá salir del mundo del espejo y la reactividad de arrojar todo lo que no soportamos de nosotros mismos a otras personas. Las cosas podrían ser hermosas, las cosas podrían ser vivibles. Podría haber un mundo al cual cada uno pertenece. Pero no pienso que podamos soportar la realidad de nuestro momento a menos que podamos imaginar algo diferente.