Ven, mi amada, escucha de mí

Ven, mi amada, escucha de mi historias de los bosques o mar abierto. Que se eleve nuestra aspirante fantasía, el vuelo más alto de un chochín hacia los cielos, o lejos de las ciudades, moreno y desnudo, juega al menos al aire libre en todos los cuentos que los hombres nos escuchan contar, aún deja que el insondable oleaje del océano, o que el menor sonido del bosque exterior bajo las solitarias estrellas de Dios, en todo, que algo todavía sea hecho, aún en un rincón brille el sol, las criadas de tobillos delgados sean rápidas de pies, que ningún hombre reniegue de la flauta rural, aún deja que el héroe desde el comienzo en honesto sudor y latidos de corazón empuje a lo largo del camino inexplorado por alguna morada inviolada. Aún, mi amada, déjame escuchar la gran campana sonando lejos y cerca, el extraño, desconocido, encantado gong que en todo el camino sana a los hombres, que desde la montaña llama a lo lejos, que atrae a una nave desde una estrella, y con un sonido quieto, aéreo, hace de toda el suelo tierra encantada. Amor, y el amor a la vida y a actuar, danzar, vivir y cantar a través de todo nuestro tracto surcado, hasta que el gran Dios enamorado le dé a quien lee, a quien vive, aquella rara y bella melodía romántica que quien la oye debe volverla a oír.

 

traducción: HM

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