Yorick
Uno se sentó duro junto a una calle excavada en solitaria sesión en la arena, y de vez en cuando hablaba y escupía, y hablaba nuevamente, una calavera amarilla en mano, a la cual aquel retrospectivo pionero dirigía los diversos comentarios que se exponen a continuación: ‘¿Quién eres? ¿viniste por la gruesa hinchazón o el cuerno alrededor? ¿En los días del ’49 estos agujeros-ojos vieron la Cruz del Sur desde el Mar Antártico, levantándose y brillar? ¿O condujiste un equipo de toros por todo el camino desde Pike, con el señor Joseph Bowers? ¡Díme! ¿Eras tú en Frisco cuando vino el agua a la calle Montgomery? ¿Y te acuerdas del tiempo cuando Peters corrió el juego del faro, Jim Peters del viejo Mississippi, detrás de la de Wells Fargo, donde luego fue arruinado por Sandy, en lo que respecta tanto al banco como a la corteza? Me pregunto si estabas aquí cuando Casey le disparó al rey James de William, ¿y estuviste en la danza de gala consiguiente? Yo no, pero me junté al apuro a Go Creek con mi amigo Edward McGowan, porque él estaba resuelto a tales diversiones que no se vería involucrado. Tal vez te conocí, me parece que he visto tu rostro antes. Yo no olvido un rostro, pero los nombres me los olvido, soy de esa cría de búhos. Estoy hablando de algún modo al espacio y tal vez mis comentarios sean demasiado libres, viendo que tu nombre es desconocido para mí.
Hubo un tiempo, lo recuerdo, cuando me conocía a cada maldito estúpido en el pueblo. Eso fue a más tardar como en el ’50. Ahora ella está crecida. ¡Sorprendentemente! Sí, yo y mi compañera, Brown, éramos muy conocidos. Si había alguna maldición nosotros no lo sabíamos, la causa era, ella nos conocía.
Tal vez tú hiciste aquel reclamo sumándote al mío allá en las Calaveras. ¿Eras tú a quien Long Mary tomó un poderoso brillo, y lo lanzó sobre Jake el Canguro? Supongo que si ella pudiera verte ahora tomaría su oportunidad de felicidad junto a Jake. No eres tan lindo ahora como lo eras entonces: tus ojos no son nada salvo dos agujeros de prospección, y las mujeres que están enganchadas a mejores hombres difícilmente condenarían sus almas por tales miradas, como las que hacía Lengthie. ¡Por Dios! Espero que seas tú, porque (patea la calavera), yo soy Jake el Canguro’.
traducción: Hugo Müller