La mujer y el diablo
Cuando se hicieron el hombre y la mujer, todo por la disposición, el diablo fue al taller descarriado y de algún modo ganó admisión.
El Señor descansaba de su trabajo, porque esto era un domingo, el hombre estaba roncando como un turco, contento de esperar hasta el lunes.
‘¡Demasiado malo!’ gritó la mujer, ‘Oh, ¿por qué el sueño no me adormece? ¡Una disposición! Oh, ¡muero por saber si me vendrá!’
El adversario dijo: ‘Sin duda, será extremadamente delicado, señora, aunque seguro es mucho para estar sin él, le ruego que tome la mía, señora’.
Cuando ella tomó la disposición del diablo, por supuesto ella la usó, porque no tenía disposición entonces, ni ahora la tiene para restaurarla.
traducción: Hugo Müller
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