Loco de la libertad
No habrá nadie que me diga no, así de mi léxico puedo eliminar la palabra “obedecer”,
y burlarme de las leyes entrometidas del hombre.
Las leyes de la naturaleza y de Dios son suficiente buenas para tipos como yo,
que desprecian besar la vara escarlata del oficio y la autoridad.
Ni estrellas, ni himnos, ni galones, ni tricolor ni trapo carmesí deberían reclamar mi amor,
me daré vuelta en cada tierra, y ante cada bandera.
Mi bandera debería ser blanca inmaculada, un emblema de la Regla de Oro,
aún por su libertad lucharé y moriré como cualquier otro loco.
¡Oh, el Gobierno es una píldora amarga! Ninguna fuerza o temor forjará mi destino,
no me inclinaré ante ninguna voluntad comunal, porque yo mismo debería ser el Estado.
Desligado del control y el manejo del hombre, mi isla debería ser el paraíso
y yo volveré a poseer mi alma… ¡Loco anarquista! Bueno, ¿no lo era Cristo?
traducción: Hugo Müller