Polainas
Cuando era joven era socialista,
a pesar de mis años tiernos jamás perdí
una bendita oportunidad para golpear a los especuladores.
Aunque era un fanático y maldecía a los aristócratas
el partido me echó porque lucía polainas.
Sí, aunque me paraba sobre cajas de jabón y declamaba en los parques
aullaban impacientemente que mis polainas desautorizaban mi marxismo.
Estimaban sus botones de brillo perlado burgués y así me decían:
‘Debes elegir entre tus polainas y nosotros’.
¡CompañerosI Amé mis pies con polainas de cervatillo de calce suave,
eran tan enérgicas y tan limpias, un regalo del tío John
que tenía una fortuna en el banco que un día sería mía:
‘¡Abandonar mis polainas!’ dije yo, ‘Les agradezco pero renuncio’.
Hoy, cuando veo pantalones rayados en rojo o rosa del estado
pienso cómo perdieron en mí un demonio del debate.
Reflexiono mientras los líderes se pavonean en batas y sombreros altos…
El maldito partido me echó por las polainas.
traducción: Hugo Müller