Playboy
Saludo el desafío del amanecer
con ojos cansados, nublados,
hacia el cielo tan pálido, ceniciento,
espero que el sol se levante,
entonces en el sagrado silencio de la mañana
con el corazón avergonzado escucho
a un petirrojo desde un arbusto lila
cantando puro y claro.
Toda la noche buceando en la guarida estrecha
con desenfrenos y con vino
he desperdiciado en hombres salvajes, tontos
la fortuna que era mía,
el oro que mi padre luchó por ahorrar
en locura lo gasté
y ahora mis pasos se inclinan
para rellenar la tumba de un mendigo.
¡Vean cómo brilla el ámbar del cielo!
Los tordos se estremecen con su alegría,
las gotas de rocío destellan con deleite,
y a lo lejos sonríe el mar.
Oh, déjenme zambullirme para ahogar la pena
de amor y fe que olvidé:
luego, purgado, tal vez regrese
o tal vez no.
traducción de Hugo Müller