Pogonias rosas
Una pradera saturada,
formada por el sol y una pequeña joya,
un círculo apenas más ancho que la altura de los árboles que lo rodeaban;
donde los vientos están excluidos,
y el aire era dulcemente sofocante con el aliento de varias flores,
un templo del calor.
Allí nos inclinamos en el bochorno,
como es la adoración justa del sol,
para recoger donde nadie pudiera perderlas
miles de orquídeas;
porque aún cuando el césped estaba esparcido,
cada segunda asta
parecía alzarse con alas de color
que teñían la atmósfera.
Elevamos una sencilla oración antes de dejar el lugar,
para que en la siega general aquel lugar sea olvidado,
o si no, desfavorecido,
obteniendo tal gracia de horas
que nadie pueda segar el pasto allí
tan confundido con flores.
Poema de Robert Frost, traducido por HM