Exportación de guarimbas: el nuevo negocio de la derecha venezolana

por Máximo Redondo

Hace rato que la desesperada y violenta derecha venezolana está haciendo lo imposible para incendiar el país para así allanar la vía para convertirse en un protectorado yanqui, al nivel de la Cuba de Batista. No es que lo dice Maldita Realidad sino sesudos analistas de la coyuntura política latinoamericana. Este año, uno de los primeros países hacia donde salieron las primeras exportaciones de este producto auténticamente venezolano (tanto como el chavismo, por lo menos) fue Ecuador, y Rafael Correa los denunció con claras palabras, un auténtico maestro el hoy ex presidente de Ecuador: “Nos han traído, creemos, estamos investigando, creemos que son de esos venezolanos reaccionarios de Miami a Ecuador para que conversen en los buses y alarmen a la gente. Felizmente, como se ve en el video nadie les para bola (nadie hace caso)». Y añadió: “Si alguien ve a uno de estos angelitos, avise enseguida a la autoridad para mandarlos de patitas fuera del país, de regreso a Miami, donde deben estar”.

En los últimos días, la ofensiva de la derecha venezolana y mundial contra la revolución bolivariana se encuentra en una etapa claramente insurreccional cuyo objetivo único e innegociable es derrocar a Nicolás Maduro. Desde hace dos meses han recrudecido las guarimbas, ocasión en que “revoltosos” o “lúmpenes” con bombas molotov y de mierda (en sentido literal) se dedican a hacer barricadas, destruir mobiliario público, atacar e incendiar edificios gubernamentales (sedes del poder judicial, mercados, escuelas, hospitales), incendiar autobuses, asesinar chavistas, incluidos linchamientos bárbaros.

La USAID los ha entrenado a partir de calculados Manuales de Golpes de Estado, denunciados una y mil veces por Chávez. Lo cierto es que se trata de bandas armadas que operan con apoyo financiero y estructural de Washington, recibiendo la misma capacitación que las bandas de neonazis ucranianos.

A la par del esplendor que goza en la actualidad la guarimba en Venezuela, las líderes de este movimiento se dedican a exportar su causa, organizando guarimbas como la sufrida por el Colectivo Buzón Ciudadano de la Ciudad de México, cuando iban a organiar un evento de apoyo a la revolución bolivariana.  En Costa Rica y Panamá irrumpieron también violentos energúmenos fascistoides a cometer actos violentos contra estudiantes chavistas. En Chile y Perú, otro tanto, así como en Argentina y Brasil, los dividendos de este nuevo producto exportable están rindiendo sus frutos con acciones violentas en países ajenos. Pero fue en España donde el asunto pasó a mayores, cuando hicieron un cerco a la embajada venezolana en Madrid, para hostigar y agredir a simpatizantes de Maduro.  Allí lanzaron objetos y se animaron a amenazar de muertes a los asistentes a una charla sobre el futuro del país. La agresividad e histeria con la que se movilizan los guarimberos es indignante. Como es cierto que la elemental solidaridad de la revolución venezolana con quienes padecen las peores consecuencias de la barbarie capitalista en el mundo aún genera lazos y apoyos fuertes. Esto, en un contexto donde la derecha anda de parabienes en la región, acudiendo a cualquier patraña o maniobra para evitar que accedan las respectivas presidencias Ignacio Lula da Silva en Brasil, Manuel López Obrador en México y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, además de, por supuesto, la la probable rerreelección de Evo Morales en Bolivia.

La derecha venezolana es claramente aliada de las “mafias del poder”, de la alianza mediático-judicial que está gozando de su apogeo con los gobiernos de derecha que pululan en la región. Pero siguen siendo escuálidos, como se los llama en su propio país. Por ahora Maduro continúa, y todos los golpistas del mundo, hasta el poderosísimo Trump, no lo han doblegado aún. Aunque los guarimberos for export empiecen a hacer kilombo en otros países.

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