Alors enfants de la tyrannie

por Maldita Realidad

Los resultados del balotaje francés representaron un alivio para el establishment y las instituciones de la Unión Europea, en plena zozobra por la deserción del Reino Unido y el proteccionismo trumpista. Los burgueses bienpensantes y pseudo-demócratas aplaudidores de la victimización sionista, que apoyan y encabezan cientos de misiones atroces en Africa, Asia y Medio Oriente, con una “cultura” influyente en todos los rincones del planeta, están rebosantes de alegría de que un banquero de Rothschild tome las riendas del Elíseo para continuar imponiendo programas neoliberales, políticas de ajuste y todo tipo de cagadas en sus intervenciones internacionales. Las ya clásicas elecciones donde se escoge entre derecha y ultraderecha se han celebrado en la mayoría de los países europeos, imponiéndose un status quo en el cual, a la vez que han perdido mucho peso los partidos políticos tradicionales (sobre todo la socialdemocracia, centroizquierda o como se la quiera denominar) y las tibias centroderechas que tanto abundan, han ganado relevancia “outsiders” (millonarios, gente del espectáculo, dueños de medios de comunicación, ejecutivos de empresas, modelos y sobre todo, evasores fiscales) que con posturas extremas –mayoritariamente de derechas, antiinmigrantes, con unas pocas excepciones de izquierdistas resistentes como Melenchon-, intentan llegar al poder para cambiar una realidad cada vez más patética en los paisajes del Viejo Continente.

Houellebecq puede estar tranquilo: a pesar de la derrota de Marine Le Pen, los musulmanes van a seguir siendo perseguidos, acosados y sodomizados por la policía francesa y las nuevas fuerzas represoras de Macron. El disgusto y consternación ante su triunfo puede ser visto con claridad por los ciudadanos argentinos que integran la mesa de noticias de Maldita Realidad, ya que todos han pensado “teniendo un Macri aquí, que ha generado la ruina de la industria nacional, dos millones de nuevos pobres, en menos de un año y medio, en uno de los pocos países de la región que venía creciendo y marchando con un proyecto lo más nacional y popular que se puede ser en Argentina, lo que serán las consecuencias de un Macron, en una Francia que viene declinando y con conflictos sociales y económicos cada vez más ardientes y urticantes”. Se presta este banquero sin antecedentes políticos al juego de palabras y analogías con su colega argentino: pertenecen a una misma élite dominante de empresarios inescrupulosos, no tienen noción de lo que significa la palabra “pueblo”, y van a implementar políticas y programas neoliberales, en benficio de los negocios de sus respectivas familias y empresas. Eso es todo. Van a arrasar, a devastar, a conculcar derechos, a probar nuevas armas y estrategias de represión y control social.

Dudamos que Macron pueda ser peor que Macri. Su nombre indica que debería superarlo. Nos estamos pareciendo a Francia, podemos cantar contentos la marsellesa y soñar con el Moulin Rouge. El marcado acento cheto de Mauricio se plega bárbaro al francés, queremos una plática con Macron en dicho idioma, grabarla para la posteridad, donde se refleje la estupidez máxima del ser humano. Los pueblos también se disparan tiros en la cabeza. Ya no hacen más tiroteos para derrocar gobiernos. Estos cometen a su antojo sus delitos y se saben impunes, accionan como Dioses más todopoderosos que el Papa, que mira asombrado como el mundo se le escapa de las manos, cómo la paz se desvanece, cómo los ejércitos siguen mostrando músculo, y cómo un simpatizante de genocidas, pícaro y respondón, se ganó el aprecio de la prensa argentina, al igual que su alter ego francés, nene de mamá como él, mamero hasta el vómito, va a replicar sus nefastas políticas en el país galo.

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