Una amenaza vacía

Me quedo,

pero no es como si siempre no hubiera Bahía de Hudson,

y el comercio de pieles,

un pequeño esquife
y una cuchilla de navegación

 

Puedo ver mi tienda de campaña,

y yo en el piso, cruzado de piernas,
y un trapero mirando hacia adentro en la puerta con pieles para vender.

Su nombre es Joe, alias John,

y entre lo que no sabe y lo que no dirá

sobre dónde se ha ido Henry Hudson,
no puedo decir que él ha sido una gran ayuda,

pero congeniamos.

El sello grita en una torta de hielo.

¿No son hombres por algún error?

No, no hay un alma para protegerse del viento,

entre yo y el polo norte,

Salvo que siempre John-Joe,
mi indio esquimal francés,
ha salido a armar trampas,

y quizás esté atrapado en una.

Sacude la cabeza sobre la inmensa bahía,

lanzado a la nieve y la niebla.

Aquello no existe,
estaba por decir por Dios, hombre, o el bien de la bestia,
y quizá para nosotros tres.

No le preguntes a Joe qué es para él,

algunas veces oscuro,

lo que es para mí,
a menos que sea, es el destino oscuro del viejo capitán,

que falló en encontrarlo o forzar un estrecho

en su costa de dos mil millas,
y su tripulación lo abandonó donde falló,

y nada vino de su posterior embarque a vela.

Es para decir ‘Tú y Yo’

a un fantasma como ese,

tú y yo, fuera de aquí,
¡con la raza muerta del Gran Arca!
Y, ‘mejor vencer casi, si se ha visto claro,

que las victorias de duda de la vida,

sólo pueden hacerlas salir’.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *