La señora y el hombre del censo
El hombre del censo,
el día que vino,
quería mi nombre para anotarlo.
Yo dije, Johnson,
Alberta K.
pero él odió escribir
la K de ese modo.
El dijo, ¿para qué es esa K?
Yo dije, K–
y nada más.
El dijo, lo pondré
KÐAÐY.
Si lo haces, mientes.
Mi madre me bautizó Alberta K.
¡dejarás mi nombre de ese modo!
El dijo, señora,
(con un bufido)
sólo una K hace su nombre muy corto.
Yo dije, ¡me importa un pito!
¡déjeme a mí y mi nombre como soy!
Es más, borre ese Señora también–
¡le haré saber que soy una dama para usted!