repugnante
Tengo un flotador de plástico grande con apoya-cabeza. Me recuesto en él y floto por la pileta, mirando la alta majestad de los árboles a través del aire turbio de California. Me deslizo buscando diferentes vistas. Algunos de mis gatos se sientan al borde de la pileta, me contemplan pensando que me he vuelto loco. Quizá lo esté. Están acostumbrados a verme durmiendo o delante de la computadora. Eso no les preocupa, ¿pero esto?, ¿me he convertido en un pez o qué? Salgo de mi cama flotante para hundirme en la pileta azul, emerjo, nado hasta el borde. Me trepo, camino hacia mi toalla. La cena estará pronto y las peleas de box en la TV, más tarde una botella de Cabernet. Es tan bello este camino al infierno.