Estado de humanidad

por Máximo Redondo

Serenidad de balneario, gravidez del tiempo, brisa celestial. Urgencia de sentidos, atrofia intelectual. Cachondez vacía, boca atenta, ojos alegres, cuerpos que se desencuentran. Motor del hambre, tripas rebeldes, saciedad espuria, quietismo estoico. Luchas inútiles, represión estatal, legalidad mafiosa. Estado de la humanidad: convulsión congelada. Espías desprestigiados, periodistas fanfarrones, mujeres emputecidas. Babilónicas reuniones, arribistas y organizadores de indigentes. Cláusulas de consumo, beatificación de la sinrazón y del alma del papa Francisco. Argentina, a la mierda. Un año en manos de la peor escoria empresarial. Cultura wachiturra, música del ojete, plazas que espantan a drogadictos y alcoholizados, que  van a aterrizar a las puertas de las confiterías. Precios remarcados, trabajadores en huelga, comisarías tomadas, policías abúlicos. Crisis recauchutada, deja-vus de violencia. Supermercadistas armados, grandes cadenas apilando alimentos vencidos para su entrega a desocupados y excluidos. Tramoya de bienestar, entusiasmo inflado por la TV o Internet, alienaciones agujereadas. Alucinaciones marchitas, arreglos patéticos, humanidad sicalíptica. Proyectos de vida vomitivos, futuro asqueroso, ilusiones abortadas. Comunicación rota, desazón fluida, estrellas apagadas. Felicidad envenenada, entierro seguro, cremación poética, opciones de revolución machucadas.

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