el jugador de caballos
¡Qué extraño es en una calurosa noche de verano volver una vez más a repasar los tableros tratando de acertar la acción en la pista! Sentado en camiseta, chupando una cerveza fría, repitiendo la escena una vez más, preparándose para la próxima vez, esa mágica vez, cuando todo lo que apostás viene a tus bolsillos, sólo para enderezar la vida, sólo para mostrar quién tiene el control, buscando la trayectoria, la rapidez, la consistencia, el andar, el dinero ganado. Está todo ahí, a la vuelta de la esquina, el eterno secreto, mejor que te apures, el tiempo es breve. Viste setenta mil carreras, muchos de los jockeys que conociste ahora están muertos. Mejor que te apures, Chinaski. No sueltes el látigo, buscá el resquicio. El lazo se precipita hacia vos, sentado en tu cuarto en camiseta, en una cálida noche de verano, el cigarrillo colgando. Tiene que ser la locura, siempre la locura: esta búsqueda infinita de la última verdad que todavía puede detenerse.